de "Izquierdas" o de "Derechas"
- Rafael Mejias

- 27 ago
- 3 Min. de lectura

¿¿Por qué decimos "ser de derechas" o "ser de izquierdas"? La curiosa historia de una casualidad que definió la política
Lo oímos constantemente en las noticias sobre política. los términos “izquierdas” y “derechas” asociadas a progresismo o conservadurismo se utilizan como si fueran los puntos cardinales de la política, pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde vienen? La respuesta no está en un complejo tratado de filosofía política, sino en algo tan mundano como el lugar donde un grupo de personas decidió sentarse hace más de 200 años.
Abróchate el cinturón, porque viajamos a la Francia de 1789.
Un rey en apuros y una sala llena de gente enfadada
París era un hervidero. La Revolución Francesa estaba en pleno apogeo y el aire olía a pólvora, a pan recién horneado y, sobre todo, a cambio. En la recién formada Asamblea Nacional, los representantes del pueblo francés se reunían para decidir el futuro de la nación. El ambiente era eléctrico. Imagina una sala abarrotada, con hombres de pelucas empolvadas y trajes elegantes discutiendo a voz en grito. En el centro de todo, el destino del rey Luis XVI pendía de un hilo.
El gran debate del día era sobre el poder del monarca. ¿Debería el rey tener derecho a vetar las leyes que aprobara la Asamblea? Es decir, ¿podría un solo hombre frenar la voluntad de toda una nación?
De forma completamente espontánea, sin que nadie lo planeara, los diputados empezaron a agruparse según su opinión.
A la derecha del presidente de la Asamblea se sentaron los que defendían el statu quo. Eran los partidarios del rey, la aristocracia y el clero. Creían en la tradición, en el orden establecido y, por supuesto, en otorgarle al rey el poder de veto absoluto. Para ellos, el rey era un pilar de estabilidad.
A la izquierda, en cambio, se arremolinaron los revolucionarios más radicales. Eran los que desconfiaban del rey y querían limitar su poder al máximo, o incluso abolir la monarquía por completo. Soñaban con una república, con la soberanía del pueblo y con un cambio drástico. Eran la encarnación de la ruptura y el progreso.
La anécdota que se convirtió en norma
Al principio, nadie le dio mayor importancia. Era solo una forma práctica de organizarse en la sala. Los periodistas de la época, que cubrían apasionadamente cada sesión, comenzaron a usar esta distribución como una taquigrafía muy útil: "La izquierda se opuso con vehemencia", "la derecha aplaudió al monarca".
Lo que empezó como una simple referencia espacial ("los que se sientan a la derecha", "los que se sientan a la izquierda") pronto se cargó de significado ideológico. Ser "de derechas" ya no era una cuestión de geografía en una sala, sino de defender la tradición, la autoridad y un cambio gradual. Ser "de izquierdas" se convirtió en sinónimo de luchar por el cambio social, la igualdad y el poder popular.
Esta forma tan sencilla y visual de clasificar la política tuvo tanto éxito que cruzó las fronteras de Francia. A lo largo del siglo XIX, parlamentos de toda Europa adoptaron, a veces de forma literal, esta misma distribución de asientos, consolidando el uso de los términos en todo el mundo.
Así que la próxima vez que escuches a alguien hablar de "la izquierda" o "la derecha", recuerda esa acalorada asamblea en París. Piensa en cómo una decisión tan simple como dónde sentarse para debatir acabó creando el vocabulario fundamental de la política moderna. Una simple casualidad que, dos siglos después, sigue definiendo cómo vemos y entendemos el mundo.



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